Educación emocional, el nuevo desafío de las escuelas

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Desde su fundación y con sus libros, Lucas Malaisi, psicólogo y pedagogo, viene trabajando la gestión de las emociones desde la educación formal primaria y pública en Argentina, incluyendo el impulso de un proyecto de ley de educación emocional que ya está aprobado en algunas provincias y camino a implementarse en otras.

“El 80 % del desarrollo de una persona depende de las habilidades emocionales. El acento de la educación tradicional estaba puesto en ayudar a combatir el lectoanalfabetismo, cosa que se logró porque hoy, el 98 % en América Latina sabe leer y escribir. Sin embargo, en el siglo XXI padecemos el analfabetismo emocional, que se ve reflejado en el consumo de drogas, la violencia, el índice de abandono escolar, suicidios, delincuencia y otros temas que tienen por eje la mala gestión de las emociones. Esto es lo que viene a hacer la educación emocional: dar explicaciones de cómo funcionan las emociones y cómo gestionarlas para evitar todo ese tipo de tópicos hacia el futuro. La escuela sigue igual, pero hoy detectamos nuevos desafíos, si bien hay una gran resistencia en el ámbito también”, enumera Malaisi entre algunas de las variables por las que el sistema educativo no incluye estas cuestiones.

Los pensamientos son una expresión directa de las creencias, terminan transformándose en emociones, y de qué manera esto incide en nuestro accionar cotidiano: desde cómo se lidia con el fracaso o las frustraciones a la resolución de un problema, tu capacidad para expresar lo que sientes y la forma de vincularnos con los demás. Atención, esto se aplica tanto para niños y adolescentes como para adultos.

La idea central, por tanto, es tener las herramientas para gestionar las emociones, ya que de esto depende que las cosas nos salgan bien o mal según si estamos en modo creativo o defensa. Tanto en Europa como en EE. UU. se vienen trabajando distintos enfoques alternativos desde la educación, y en algunos colegios ya se implementan desde clases de ‘mindfulness’ a sesiones de juegos en la naturaleza dependiendo del tipo de colegio. En América Latina en general, la educación emocional quedó como algo circunscrito a las escuelas privadas o de otros enfoques, que son las que tienen recursos para llevarla a cabo, dejando al margen las escuelas públicas y de zonas vulnerables, que, por otro lado, son las que más lo necesitan.